jueves, 8 de abril de 2010

Escùchalos, escucha a los hijos de la noche, què mùsica tan bella hacen.
Bram Stoker
¿Cuàntas veces no hemos anhelado una claridad que trascienda los margenes de nuestra limitada conciencia? ¿Cuàntas veces el presente se ha convertido en prisiòn, y entonces, esa necesidad de huir se vuelve cada vez màs poderosa?
La vida tiene miles de puertas por las que los hombres pueden salir, aùn cuando esa huìda signifique desplazarse hacia capas màs profundas de nosotros mismos.
Detràs de la puerta allende la luz, ¿quièn es el que aguarda en la noche?. Cuando haya entrado estarà derecho, impondrà con su mano silente algùn silencio en la noche. Contempla la imagen de mi miedo:
-No te alces, no te muevas, no te acerques. Cuando volviste tu faz, en ese instante, un demonio pareciò brincar por el espacio, su mueca me agarrò todo espanto, sin embargo, yo soy el señor de toda cosa, y èste magnìfico, bizarro mundo, velado por tan difusa niebla, me proclama señor de toda cosa-.

¿Quièn dijo que el mundo no es un capricho en el pensamiento enfermo de Dios?, pero por màs real que parezca el espectro de un sueño de hashi,s en el insomnio, sè que es Dios.

Arthur Symons

La Bùsqueda


Adolfo Gannet, famoso médico inglés del siglo pasado, tuvo una revelación maravillosa en su clínica de Londres: un enfermo le comunicó que había averiguado, en un sueño azul, que la muerte era solamente una infinita galería de retratos.
-Quien encuentre el suyo entre los millones de rostros desaparecidos -agregó el confidente-, podrá reencarnar.

Gannet murió en 1895, en Escocia. En su lecho final, su rostro sonreía con el dulce misterio de quien espera una gratísima busqueda.

Cèsar Acosta